Abstract

Desde 1940 se inició la investigación de hemosustitutos portadores de Oxígeno a nivel internacional. Durante la Segunda Guerra Mundial surgió la inquietud sobre estos hemosustitutos ante la dificultad para el transporte y almacenamiento de unidades de sangre entera. En 1982, después del surgimiento de la epidemia del SIDA y su potencial transmisión por medio de terapias transfusionales, se describió el primer caso de HIV asociado a transfusión. Esto, aumentó la necesidad de obtener sustancias que garantizaran la bioseguridad de estos procedimientos.