Abstract

De acuerdo con la Asociación Psiquiátrica Americana, en adelante, APA por sus siglas en inglés, el Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno del Neurodesarrollo caracterizado por déficits persistentes en la comunicación y la interacción social, así como patrones de conducta, intereses o actividades restrictivas y repetitivas (2014). De manera amplia, Tabares (2012), conceptualiza al TEA como un trastorno permanente y profundo del Neurodesarrollo que afecta la imaginación, la planificación y la reciprocidad emocional, al tiempo que dificulta la calidad de las relaciones con los demás, incluidos los miembros de la familia. En relación con ello, Fecteau (2017), señala que las dificultades relacionadas con el comportamiento social de niños con TEA pueden resultar en conductas menos prosociales con sus familiares, así como menor interacción en términos de vínculos afectivos con otros.